Estamos viendo estos días con estupor como varios dirigentes públicos de nuestro país: el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska, la ministra de Industria Reyes Maroto, el candidato a la presidencia de la asamblea de Madrid Pablo Iglesias y la directora general de la Guardia Civil María Gámez, están recibiendo amenazas de muerte para ellos y para sus familiares.
29 de abril de 2021.
Ante este panorama de violencia antidemocrática, la condena ha sido unánime. Todos los partidos democráticos han expresado su condena a este tipo de coacción. Todos menos VOX que, aunque dice condenar todas las violencias, aprovecha sus intervenciones para sembrar la duda sobre la veracidad de las amenazas, convirtiendo así de forma torticera a las víctimas en culpables. El triste espectáculo ofrecido por Rocío Monasterio en el debate de la SER la semana pasada fue buen ejemplo de ello.
La izquierda ha reaccionado en bloque como un resorte y las conciencias de muchos ciudadanos se han visto sacudidas: la democracia peligra con VOX, es precisa una participación masiva el 4-M para pararles los pies y garantizar la salud democrática de nuestra sociedad.
¡Contra la ultraderecha, el pueblo de Madrid! ¡Contra el Gobierno de Colón, nuestra libertad! Quiero ser el presidente de todos. ¡Venceremos! ¡Si hay un grito que hacer es a las urnas, a las urnas! ¡La democracia ganará!, ha clamado Ángel Gabilondo este sábado en la Plaza de la Constitución de Vallecas.
Y es que se trata de la democracia misma. Ciudadanos, instituciones, medios de comunicación, todos hemos permitido que un partido que reivindica los gobiernos del franquismo, que defiende a antiguos militares que anhelan un golpe de estado, que duda de las amenazas a líderes democráticamente elegidos, que señala a niños y niñas para que sean odiados y estigmatizados y que propaga la mentira para dilapidar los derechos humanos, que está en contra de la Unión Europea y de los derechos y libertades consagrados en la propia Constitución española, este partido, se ha instalado en nuestra democracia, para destruirla.
Que nadie se equivoque: insultando, culpabilizando a las víctimas y banalizando las balas amenazantes, VOX no es mejor, sólo está en fase más temprana, que ciertas formaciones políticas que simpatizaban con las amenazas y con la lucha armada de ETA. Y en aquella ocasión la respuesta fue unánime y conjunta de todas las fuerzas democráticas para aislar a los terroristas y a quienes les amparaban. Hoy debemos hacer lo mismo para defender la democracia.
En la exposición de motivos de la ley de partidos se señala que su objetivo es “garantizar” el funcionamiento del sistema democrático “[...] impidiendo que un partido político pueda, de forma reiterada y grave, atentar contra ese régimen democrático de libertades, justificar el racismo y la xenofobia o apoyar políticamente la violencia y las actividades de las bandas terroristas”. Pues bien, VOX, fomenta el odio, el racismo y la violencia. Votar a VOX es votar contra la democracia, contra la libertad, contra los derechos humanos y contra la propia España porque no aceptan a la mayoría de los ciudadanos españoles.
No podemos ignorar tampoco la actitud del PP en este asunto. Tras la marcha de Iglesias del debate de la SER por las declaraciones de Monasterio, escribieron en Twitter: “Iglesias, cierra al salir”. El Portavoz del Partido Popular y Alcalde de Madrid, ha realizado unas declaraciones en las que dice que “por qué no puede el PP pactar con VOX porque para él (Almeida) VOX es mejor que Bildu”(SIC). Estas declaraciones muestran una deriva muy peligrosa del Partido Popular, que a pesar de las evidencias fascistas que muestra la formación política VOX, está dispuesto a pactar con ellos con tal de mantenerse en la puerta del Sol. Mientras hablan de libertad, el PP se tira a los brazos precisamente de quien quiere cercenarla. Las formaciones democráticas tenemos el deber de aislar a los que no lo son, como se hizo con Herri Batasuna en los peores años del terrorismo en nuestro país. Todo lo demás es mero cálculo electoral. El PP debe rectificar.
Así las cosas, está meridianamente claro que en Madrid no se votará comunismo o libertad, sino democracia o fascismo. Y en esa dicotomía tendrán que tomar partido todos los demócratas de izquierdas, de centro o de derechas.
Por eso hoy queremos llamar a todos los demócratas a votar. Porque creemos en la democracia, en la paz, en el diálogo, en los derechos humanos, en el progreso social y económico, en la inclusión, en la diversidad, en la ecología, en el feminismo y, sobre todo, porque creemos en un Estado donde caben todos nuestros conciudadanos, a los que amamos.
¡El 4-M votemos por una democracia moderna y contra el fascismo!